Esto en Gesell no pasa

El problema de cuando te vas a lugares místicos de vacaciones, es que corrés el riesgo de conocer a un tipo increíble con el que pasás una noche de cogida infernal, donde el intercambio de flujos domina la escena, pero él se enamora y vos querés pija. Dejame que te cuente.

¿Quién te ha visto y quién te ve? Una remera que debería ponerme después de cada sexo viajero. Si algo aprendió esta Coneja es a no enamorarse por la ruta.

Pero como LaConeja solterona que soy, los cogedores de viaje se enamoran y, por supuesto, termino presa en su voz o mensaje en el teléfono.

Así es como cada vez que vuelvo de viaje describo el pene nuevo para mi colección y engordo de palabras y números mi abultada "macho-agenda".

En esta oportunidad volví de Bolivia y "ElEnergizante" rompió el record de mensaje de texto cuando me llegó a mi casilla, un texto a las siete de la matina.

"Me desperté pensando en tu E-NER-GÍA, bonita, me encantaría verte cuando vuelva...que FLU-YA
Abrazo y de acá te mando BUENA VIBRA de la montaña".

Buena pija, boludón, es lo único que importa a la distancia -pensé.

Banqué hasta las diez de la mañana y llamé a LaFlaca. Su traducción fue la siguiente:

"Me desperté CA-LIEN-TE, al palo,...bonita. Me encantaría CO-GER-TE una y otra vez cuando esté por Buenos Aires.
¡Qué fluya la LECHE que tengo acumulada!
De acá te dedico una paja o Gran Lechada mirando la montaña. Ojalá que te vibre la concha.

Vamos, Pachamama, las cosas por su nombre.

Enamoradas...

de las vergas


LaPocha nos regaló el mejor día de San Valentín.


La pelota no dobla

Salir de vacaciones con LaConeja es un problema. Tiene dos hijos; cada uno de padre distinto. Ya es difícil lidiar con un ex, imaginen con dos: un quilombo.

Esta vez los planetas se alinearon y los dos tipos estuvieron de acuerdo en tener a sus respectivas descendencia en la misma quincena.

Decidimos destino: Bolivia.



Llegamos a La Paz y nos alojamos en un hostel de estilo vecindad ratona ...divino.

Después de varias caminatas citadinas nos dimos cuenta de que el tema de la altura no era algo menor. Subíamos esas interminables calles y sentíamos que el aire faltaba, que cada movimiento podía requerir de toda la energía disponible en nuestros cuerpos.

En uno de esos paseos LaConeja dijo algo que, sin intención, se transformó en una obsesión. -¡Lo que debe ser coger a 4000 metros de altura! Sin duda, te quedás sin aire y sin piernas. ¡Agotador!

Es ahí cuando desarrollé la teoría que, para coger en la altura y no cansarse, hay que olvidarse del juego previo: palito y a la bolsa. LaConeja, siempre haciéndome la contra, postuló que el jugueteo era la mejor manera de llegar al orgasmo en esas condiciones.

En el hostel todas las noches se armaba un fogón- sin fuego y sin playa- con muchos candidatos potables para mi experimento.

Harta de escuchar las quejas de los futboleros y excusas de los futbolistas: "¡Eh!, en la altura la pelota no dobla". ¿Y la pija?, me pregunté. No me iba a quedar sin averiguarlo.

Entré a la cancha (patio de la vecindad). Todos cantaban Sui Generis y un brasilero enfermo tocaba el pandeiro hasta en Canción para mi muerte. De inmediato lo vi a Micky, el hippón de sweater de llama y rastitas: ¡bombonazo!

Después de mirarnos sin parar, me acerqué y empezamos a hablar -no me acuerdo de qué.
Al rato estabamos totalmente trenzados en mi cuarto.

Para comprobar mi teoría tenía dos posibles jugadas: centro al área y gol, o bien apostar a los toques cortos para cansar al rival; triangular para luego cambiar de ritmo y tirar un centro pasado al lateral derecho y ahí, recordando las gloriosas épocas del Boca de Bianchi, un Guillermo Barros Schelotto desborda, tira un centro perfecto a Palermo y...

¡Gooooooooooool!

Opté por la segunda. Agarré su pija. La tocaba de forma intermitente con la lengua. Cuando la quise meter toda en mi boca...

Acabó.

Pero que hijo de puta ElRastita y qué pelotuda yo.

Y bueh, por contraste, mi teoría se comprobó señores: existe un país, Bolivia, donde no funciona el sexo oral para turistas.

Camino los Troncos



LaPocha o LaCaro (como prefieran) siempre interpreta nuestras experiencias. Nada mejor que sus dibujos para definir las vivencias de LaSofer en Mendoza.