Desvirgar es otra cosa

Una de las reglas del orgasmón es que cada una de nosostras debe confesar alguna rareza referida, por lo general, al sexo masculino. También incluye preferencias sexuales, perversiones y situaciones límites o vergonzosas.

LaFlaca confesó: Cuando cogimos por primera vez con mi novio no me entraba (Consejo: si te la van a dar por primera vez, que el desvirgador no sea un amigo sexual virgen). Él inistía; le daba duro. Trataba de meterla como sea.

Ya no importaba la entidad de cuidado y amor que una le otorga al momento en que te desvirgan. La dulzura de la primera vez había quedado guardada en el forro que pinchó, después de varios intentos deslucidos. Mirándolo desde acá creo que mi “pupurra” –así llama LaFlaca a la concha-, había formado una trama invisible con todos mis prejuicios de beata. Miren si la viera ahora, mi conchita se la succiona entera.

Estaba muy cerrada. Parecía sellada la conchuda. De golpe escucho un: “Ahí va”, y siento un pequeño dolor. Él seguía intentando, dándole fuerte. Parecía un martillero de conchas. Yo estaba en otra, mirando el póster de Los Beatles que tenía pegado en una de sus paredes, preguntándome si Lennon cogería igual.

En eso advierto que ¡POR FIN! la saca y se sienta en la cama. Trato de sentarme pero no puedo. Prefiero quedarme parada. Nos miramos. En silencia analizamos el "ahí va" y el "pequeño dolor". No hablamos de lo que pasó. Hasta el día de hoy no sé, y creo que él tampoco, como su poronga entró con tanta facilidad por mi culo.

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