Así empezó el orgasmón LaBúho.
El quiebre se produce entre los veinticuatro y veintiséis años. A partir de allí se camuflan y caminan como un cool más, aunque a muchos se les dificulte eso de entrenar y educar el movimiento rústico de su cuerpo.
Ellos lo saben. Conocen ese andar cansino, como de estar en estado de babia permanente. Se nota, se les nota. Por eso algunos, los más avezados, incorporan un movimiento swingueado a su andar, mientras que otros, condenados a su pasado, continúan arrastrando los pies por más zapato con puntera recta que se calcen.
En los tiempos que corren, cierto es que la ropa los ayuda, aunque a muchos les cueste entender que no sólo es ponérsela y a vivir. Hay que saber llevar ese ropaje súper producido.
La conciencia y la capacitación del sentido común son esenciales para dejar atrás ese nerd que supieron ser. Sucede que muchos de estos viejos cráneos no entienden que pueden pasar de creerse Lenny Kravitz a Zulma Lobato en apenas unos segundos. Y el mayor problema es que, quizás, ni lo perciban.
Ahora bien, hay varios tips que identifican a un nerd. No todos tienen el mismo y muchos pueden combinarlo. Sólo es cuestión de observar. Eso sí, quédense tranquilas son grandes cogedores, aunque lo enmascaren simulando ser hombres sensibles que prefieren escucharte a cogerte. No les crean. Su naturaleza los hizo mentirosos. Piénselo así: Era la ficción o la paja eterna.
Entonces cómo saber si te casaste o acostaste con un nerd.
Un clásico es el nerd productor de su estilo. Es muy cool. Su ingesta principal es el sushi. Comenzó a tomar alcohol a los veintidós y hoy, ya con el disfraz convertido en piel, es un experto conocedor de vinos. No dudes de su pasado si su sello musical va de la música electrónica a U2.
Encontrarán otra característica muy común en estos hombres cráneos, en el cordón de las zapatillas. Sólo tendrán que mirar cómo se las ata. El nerd suele estrangular al calzado. Por lo general estos muchachitos toman los cordones con más vehemencia que Sanfilippo tratando de explicar por qué es mejor jugador que Maradona; y los estira tanto que el pie toma la apariencia de un kayak, largo y finito, sentenciando a los cordones a un doble y enorme nudo. Por suerte, las zapatillas de hoy ayudaron a modificar esa costumbre tan típica de hombres con pasado y -aunque lo disimulen- presente nerd. De todas maneras, si se juegan un fulbito o practican cualquier deporte salen del placar las zapatillas más tradicionales o de lona y les vuelve a saltar la chapa. Motivo por el cual muchos de estos hombres han abandonado el deporte.
Y no se inquieten que ya termino y hablan ustedes.
Por último, les digo que si cogen por las redes sociales seguramente un nerd las haya acabado. Por ahí abundan. Son como cardúmenes; algo así como bancos de nerds. Es su lugar de pertenencia. Algunos se hacen llamar geeks; nada, gilada para las minas. Sin embargo, por más conversos que sean ni una pantalla los salva de sus nerdeadas.
Como decía, estos hombres son asiduos participantes de facebook y twitter. Es fácil detectarlos. Apenas una característica los hace visibles. En twitter se auto-retwittean. Ahí los verán, mostrándole a sus cientos de seguidores las maravillas que hablan de él. En facebook, en cambio, se encubren mejor aunque siempre en sus estados tendrá referencias y fotos sobre el sushi que comieron. Por lo general, los nerds devenidos en cool suelen elegir para su perfil fotos producidas o en pose, de cuando eran niños o bien alguna imagen que inspire dulzura; ergo: una foto con un nene. Los cachorros serían otra opción válida pero a los nerds no le gustan los perros.
Algunas palabras claves que las ayudarán a saber si se cogieron a un nerd: Star Wars, comics, ciencia ficción, videojuegos, Beatles, Star Trek, NASA, Apple, entre otras
Más allá de todo, lo importante es que nos hagamos cargo de que nos encamamos con nerds y nos gusta. Es más, quiero una remera que diga: “Yo cogí con un nerd”.
Silencio.
LaBúho agarró la copa, tomó un poco de vino y se sentó en la silla de la computadora. Giró hasta que nosotras nos cansamos de aplaudir.
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