Leemos formas de semen


Coleccionamos formas de semen, expresados en cualquier tipo de humanidad. Manden fotos de sus acabadas. 

La mejor se lleva un orgasmo

Los nerds de ayer son los cool de hoy.

Así empezó el orgasmón LaBúho.

El quiebre se produce entre los veinticuatro y veintiséis años. A partir de allí se camuflan y caminan como un cool más, aunque a muchos se les dificulte eso de entrenar y educar el movimiento rústico de su cuerpo.

Ellos lo saben. Conocen ese andar cansino, como de estar en estado de babia permanente. Se nota, se les nota. Por eso algunos, los más avezados, incorporan un movimiento swingueado a su andar, mientras que otros, condenados a su pasado, continúan arrastrando los pies por más zapato con puntera recta que se calcen.


En los tiempos que corren, cierto es que la ropa los ayuda, aunque a muchos les cueste entender que no sólo es ponérsela y a vivir. Hay que saber llevar ese ropaje súper producido.

La conciencia y la capacitación del sentido común son esenciales para dejar atrás ese nerd que supieron ser. Sucede que muchos de estos viejos cráneos no entienden que pueden pasar de creerse Lenny Kravitz a Zulma Lobato en apenas unos segundos. Y el mayor problema es que, quizás, ni lo perciban.

Ahora bien, hay varios tips que identifican a un nerd. No todos tienen el mismo y muchos pueden combinarlo. Sólo es cuestión de observar. Eso sí, quédense tranquilas son grandes cogedores, aunque lo enmascaren simulando ser hombres sensibles que prefieren escucharte a cogerte. No les crean. Su naturaleza los hizo mentirosos. Piénselo así: Era la ficción o la paja eterna.

Entonces cómo saber si te casaste o acostaste con un nerd.

Un clásico es el nerd productor de su estilo. Es muy cool. Su ingesta principal es el sushi. Comenzó a tomar alcohol a los veintidós y hoy, ya con el disfraz convertido en piel, es un experto conocedor de vinos. No dudes de su pasado si su sello musical va de la música electrónica a U2.

Encontrarán otra característica muy común en estos hombres cráneos, en el cordón de las zapatillas. Sólo tendrán que mirar cómo se las ata. El nerd suele estrangular al calzado. Por lo general estos muchachitos toman los cordones con más vehemencia que Sanfilippo tratando de explicar por qué es mejor jugador que Maradona; y los estira tanto que el pie toma la apariencia de un kayak, largo y finito, sentenciando a los cordones a un doble y enorme nudo. Por suerte, las zapatillas de hoy ayudaron a modificar esa costumbre tan típica de hombres con pasado y -aunque lo disimulen- presente nerd. De todas maneras, si se juegan un fulbito o practican cualquier deporte salen del placar las zapatillas más tradicionales o de lona y les vuelve a saltar la chapa. Motivo por el cual muchos de estos hombres han abandonado el deporte.

Y no se inquieten que ya termino y hablan ustedes.

Por último, les digo que si cogen por las redes sociales seguramente un nerd las haya acabado. Por ahí abundan. Son como cardúmenes; algo así como bancos de nerds. Es su lugar de pertenencia. Algunos se hacen llamar geeks; nada, gilada para las minas. Sin embargo, por más conversos que sean ni una pantalla los salva de sus nerdeadas.

Como decía, estos hombres son asiduos participantes de facebook y twitter. Es fácil detectarlos. Apenas una característica los hace visibles. En twitter se auto-retwittean. Ahí los verán, mostrándole a sus cientos de seguidores las maravillas que hablan de él. En facebook, en cambio, se encubren mejor aunque siempre en sus estados tendrá referencias y fotos sobre el sushi que comieron. Por lo general, los nerds devenidos en cool suelen elegir para su perfil fotos producidas o en pose, de cuando eran niños o bien alguna imagen que inspire dulzura; ergo: una foto con un nene. Los cachorros serían otra opción válida pero a los nerds no le gustan los perros.

Algunas palabras claves que las ayudarán a saber si se cogieron a un nerd: Star Wars, comics, ciencia ficción, videojuegos, Beatles, Star Trek, NASA, Apple, entre otras

Más allá de todo, lo importante es que nos hagamos cargo de que nos encamamos con nerds y nos gusta. Es más, quiero una remera que diga: “Yo cogí con un nerd”.

Silencio.

LaBúho agarró la copa, tomó un poco de vino y se sentó en la silla de la computadora. Giró hasta que nosotras nos cansamos de aplaudir.

El gusto de nosotras según ellos

Apasionado Obediente no envió su experiencia "sado ligth" (sic).

Hola mis bellezas, como andan? Mi método para complacer a una mujer de la mejor manera con una penetración prolongada no es nada sofisticado, se trata de atarme las bolas. Así nomás como lo leen (no agrego ninguna foto demostrativa para no ofender su pudor). Y si a la dama en cuestión le excita sentir algo de poder, puede llegar a tirar de la cinta pidiendo más. Quizá no les guste esta onda sado light, pero cuando me la hicieron, el nivel de excitación logrado por la fémina fue realmente muy elevado y mientras acababa más estiraba de la cinta exigiéndome más! Por suerte estaba algo floja y se desató... Caso contrario hubiéramos salido en las noticias tragicómicas jeje. Besos donde más les guste

Esperamos más voces y experiencias masculinas.

¿Ustedes realmente creen que nos gusta?

Entre el bulto y la raya

Me gustan los hombres que rozan la homosexualidad

El orgasmo de hoy...

Hoy acabo pensando en Bruce Lee!

Donde se encuentra lo eterno

El rencor delineaba nuestras arrugas. Voces en silencio surcaban nuestro cuerpo. El sonido de la caridad y el repiqueteo incesante del protagonismo perturbaban las horas. Así me encontraba: cavernosa, hundida a más de setecientos metros de profundidad entre paredes de tierra que esconden cobre y contienen a treinta y tres ojos que arden desde hace más de sesenta días en mi cuerpo.

El olor a mujer los aturdía.


Una casa de tierra habitada por siluetas de abusos, injusticias y explotación me invitó a pasar. Nuestras sombras, improvisadas por necesidad, aceptaron gustosas la oferta. Me cautivó la sinceridad y el peligro de esa naturaleza viva. Un reino submarino a donde no concurre el dolor ni la memoria.

Caí en su trampa.

Las minas no aceptan mujeres y la naturaleza cataloga al hombre como el único ser extraño que la habita. Pese a ello, la tierra me comió. Nos tragó. Ya, en sus entrañas, me fundí a esos hombres entrenados para habitar el encierro; esos hombres con branquias acostumbradas a extraer oxígeno de la tierra en lugar de aire.

Nos unió el espanto y una gran sonrisa que balbuceaba a nuestros oídos alucinados por la presión y el desamparo: “Tranquilos, la muerte tiene otros secretos”. Esa mueca tirana se reía de nosotros. Tratamos de eludirla, pero está presente en cada encierro. Tapiza nuestro suelo terrestre y grazna un pánico sordo y brillante. La madre tierra tiene una expresión poderosa. Es dueña absoluta del menguado y áspero refugio que utilizamos para escondernos –salvarnos- de quién o qué vaya uno a saber.

No sólo la audición modificó su esencia, la desnutrición sensorial afectó a la mayoría de los sentidos. Fui la primera en percibir esa insuficiencia; una de las más afectadas. Después seguirían Florencio, Osman, Frank, Darío y Víctor. Para nosotros siempre era de mañana pero no de día.

Florencio, y quien escribe, fuimos los primeros en aclimatar el olfato a ese polvillo espeso y abundante, casi imperceptible, que emulaba una gran cortina de humo cayendo del cielo de tierra. Después, fueron los ojos los que se acostumbraron al nuevo mundo que podían ver; le siguió el gusto y, por último, el tacto.

El tacto: nuestro gran aliado. Dependíamos de él. A esas profundidades los ojos te traicionan y lo más sincero que tiene el cuerpo son las manos. A esas profundidades, se desnudan los cuerpos y lo único que se enmascara son los sentimientos.

Treinta y tres hombres explicitaban su figura carnal abrasada de violencia, sudor y deseo. Se confundía el olor a humedad de la tierra con la irreprimible exhalación a sexo. Sin embargo, por un tiempo, vivimos en una sexualidad civilizada. Aunque creo que nadie pudo desligarse de su consciencia erótica, subsistíamos en noches y días de bostezos.

Cansada de huir de mi misma hacia la nada, comencé a experimentar mis secretos. Todos esos ojos y esa cercanía deforme me confundieron; especialmente Florencio, que tenía un modo de mirar tan salvaje que me hacía sentir como un espléndido animal; un ejemplar soberbio que renace en este inframundo polvoriento.

El reposo fue comiendo a cada uno de los hombres, excepto a él.


Quién sabe en qué momento, en aquel refugio atemporal, Florencio se sentó a mi lado. El casco linterna y unos pantalones acompañaban su humanidad. Transpiraba. Sus pequeños bigotes, que imitaban a los de Cantinflas, temblaban.

Mi mano repasó su cara -como les conté, a grandes profundidades los ojos son infieles- y sentí como un amor liviano bajaba en un espiral descendente a mi sexo. Su erección era escandalosa. Me gustaba mirarla y él lo sabía.

Nos unimos en silencio. Su boca ardida tocó mis labios. Su respiración inflamada olía a tierra. Me abandoné al delirio de mi cuerpo sin importar la proximidad de miradas.

Me besó entre las piernas. Olía a animal. 


Al levantarme me quitó la remera, quedé expuesta a sus intenciones. Acariciaba mis pechos y el relieve de la tierra en mi espalda delineaba mi lasciva naturaleza. Se desnudó. Tenía una verga gruesa y vigorosa. Sentí mi cuerpo inflamarse.

Florencio no atinó a la dulzura: separó mis piernas y nuestras carnes se unieron. Mojados, clamando obscenidades compartimos miradas tímidas que se confundían y dejaban ver su impaciencia amorosa. Desde el suelo, la luz del casco ambientaba aquel acto de placeres repetidos e intensos. La noche, el día, las horas se pasaron en delicias.

Florencio se fue. Reptó por la boca de la tierra y lo consumió la superficie.

Confundida y desnuda desperté con una luz débil que espiaba por mi ventana.

Alguien lo tenía que decir

Los hombres que usan cinturones con grandes hebillas esconden un micropene

Campaña Nacional de Orgasmos

"Orgasmos para todos"
Si la TV pública lo hizo, por qué nosotras no

Te esperamos en twitter: @Orgasmon o desde acá para participar de la gran orgía masturbatoria virtual. Una iniciativa del orgasmón para que nadie se quede sin orgasmos.

Contanos tu experiencia y sabé que por una semana nos estaremos tocando.

Paja para todos
presente
Paja para todos
presente
Ahora,
y siempre


A la maestra con cariño

LaSofer es la gran petera del grupo y además de tenerla bien clara a la hora de chuparla, nunca se guarda sus secretos. Por suerte para nosotras, comparte sus conocimientos. Nosotras, agradecidas, intentamos mejorar el delicado arte de comerla entera.

Esta última mamada te la dediqué a vos, amiga y gran maestra.



La agarro segura, con ganas. Mi boca la empieza a chupar. Primero la cabeza, suave. Mi lengua la saborea decidida a comérsela.

Llego hasta la base y siento cómo crece dentro de mi boca. Se pone bien dura; la chupo mejor.

Lo pajeo. Con la lengua descubro sus testículos. Los saboreo despacio. Recorro toda la superficie hasta llegar a su culo: le meto la lengua.

Está tan caliente que me dejá hacerlo, lo disfruta. Vuelvo a meterla toda en mi boca. Me atraganto, pero nada importa. 


Acelero el ritmo. Loe pajeo, me la como entera. Lo miro mientras no paro de chupársela. Me gusta hacerlo.

Quiero que acabe en mi boca. Siento cómo se retuerce de placer. Gime. Falta poco. Ya se va.

No le doy descanso. Hoy su pija es mía.

Sabía, estaba cerca. Toda mi boca se llena con su semen. Tibio, rico. Lo trago, disfruto de su aroma.

La agarro mientras sigue temblando. Con mis dedos la presiono de la base hasta la punta. Entonces sí, ahí está, la última gota. Paso mi lengua, después de todo, me lo merezco.

Desvirgada virtual Reload

LaSofer: Acabo. Te agarro la cabeza y te meto bien adentro; lo más posible. Sentís como se abren y cierran las paredes de mi concha llena de jugo…

Acabo fuerte. Te grito y te marco el culo. Respiro.

¡Gracias! fue mi primer orgasmo virtual.

Acabamos pero la paja virtual continúo...


Claroscuro: ¿cómo se siente?
LaSofer: raro

Claroscuro: todavía la tengo muy dura.
LaSofer: no me digas así, me encantaría chupártela.

Claroscuro: no sabés cómo me gustaría! Qué bueno, cómo se me puso la pija imaginando...
LaSofer: te toco. Está inflamada. Te desabrocho el pantalón, te la agarro fuerte, la beso; ¡ay!, por favor, cómo me gusta chupártela.

Clarosucuro: te siento. Veo mis venas hinchadas y mi cabeza que late, no aguanta.
LaSofer: me gusta agarrarla salvaje, sin cuidados: así, ¡bien agarrada!

Claroscuro: me gusta la mano completa. Nada de dos deditos
LaSofer: noooooooooo
Clarosucuro: es casi un desprecio

LaSofer: con la lengua empiezo a jugar. Siento la rugosidad de tu pija.
Claroscuro: es muy sensible...

La Sofer: Pienso, no le escribo: "La puta, otro sensiblón de verga" Estos dicen que le gusta que se la chupen pero cuando empezás parece que estás masticando un yumi gelatina.


Trato de calentarme otra vez. Me toco. Por suerte el sigue...

Claroscuro: ¿Puedo frotarte la punta por los labios?
LaSofer: Sí, no la metas, jugá, es una de las cosas que más me calientan. Después metémela de una. Así, la pija entera.

Claroscuro: primero juego con la punta en tu boca, después te alejo de la pija que querés chupar. Te dan ganas y me calienta mucho. Finalmente me chupás; lo hacés tan bien y estoy muy caliente. Saco la pija de tu boca sólo para ver cómo te la volvés a meter, cómo chorrea de saliva.

LaSofer: ufff, toda entera hasta atragantarme, pero no te lastimo
Claroscuro: ¿Bien hasta el fondo de la garganta? ¿querés ver cuánto entra?

LaSofer: Soy experta
Claroscuro: me gusta verte, que te atragantes, que la saques buscando respirar. La saliva moja todo, de tus pezones caen gotas que delinean tu cintura que se contrae para darme otro orgasmo.

LaSofer: te gusta que te pajeé y que con la lengua te chupe tu cabeza enorme?
Claroscuro: me gusta que juegues con la lengua, y me muestres cómo lo hacés, qué no pueda más de lo caliente que me ponés

LaSofer: Me muero por llenarme la boca con tu leche.
Claroscuro: claro, pero después de haberte chupado así y dejar que me pajeés, quiero que te la metas hasta la garganta y juegues con la lengua, entonces ahí, puede ser que sepas cuánto seguir para sentir la leche en la boca

LaSofer: no creo que falte mucho para sentir tu leche tibia y tragarla...
Claroscuro: entonces vas a saber que si seguis chupándome así y mostrándome, voy a querer acabarte en la boca y vas a querer que eso pase; vas a sentir cómo empiezo a bombear adentro de tu boca. Te veo tragar...

LaSofer: acabame y no salgas. Metete cada vez más. Quiero toda tu leche, te beso despacio sabiendo que está sensible.

Claroscuro: me gusta. Te beso con tu gusto a flujo en mi boca
LaSofer: me encanta sentir mi sabor. Me toco. Acabo. Chupo mis dedos y te doy el más lindo de mis besos.

¿De qué habla cuando habla de derecha y de izquierda?

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner introduce en varios de sus discursos frases como:

"No es cuestión ni de derecha, ni de izquierda"; "El respeto a la libertad no es de derecha ni de izquierda" o "No se trata de derecha ni de izquierda".

Pero qué quiere decir realmente cuando la señora habla de izquierda y derecha...


En el orgasmón concluimos que la presidenta está hablando del PENEEEEEEEE!

Desvirgada virtual

Eso de coger sin contacto físico no era para mí; obvio, hasta que acabé. Hoy encontré un lugar donde puedo disfrutar mis orgasmos, aunque todavía no alcance la penetración plena. Busco un pija que quiera quedarse un rato compartiendo fluidos. Trabajo para erradicar la etapa bucal de mi vida.

Me abrí...


Claroscuro: Hola. Me pasa que lo explícito me gusta mucho. Explícito no sólo por la situación, sino por las palabras que se usan...

LaSofer: A mí también. Igual nadie escribe como vos.

Claroscuro: no sé si eso es bueno o malo

LaSofer: Bueno, no me caliento leyendo cualquier cosa.

Claroscuro: está bueno saberlo. Me gusta escribirlo; me imagino en cada caso
la situación. No te conozco pero no importa, me imagino igual tu cara contra la almohada.

LaSofer: y yo me me imagino cómo debe sentirse tenerte adentro.

Claroscuro: te imaginé de frente. Te imaginé así como podrías estar ahora frotándote los labios muy despacio y yo mirando cómo te pajeás, suave. Mi pija se pone dura (como ahora) pero te quiero ver, quiero disfrutarte en mi cabeza, antes de pasar a lamerte cada centímetro de tu concha.

LaSofer: mmm...

Claroscuro: juguetear con el agujero del culo cuando levantás más las piernas...
LaSofer: me encanta; dale, seguí muy despacio

Claroscuro: y seguir por tus labios, juguetear con el clítoris, chorrearme la cara con tu flujo y meterte la lengua bien dura, retorcerla adentro tuyo…

LaSofer: Nadie me cogió tan bien. ¡Qué hijo de puta! cómo me haces calentar...

Claroscuro: (debajo del escritorio la pija se aprieta contra el jean)

LaSofer: me gustaría chuparla, aunque sea un cliché de mi parte.

Claroscuro: te estoy chupando; dejame seguir.

LaSofer: seguí pero la quiero adentro, no te vayas

Claroscuro: porque te pajearía, dos dedos y lengua hasta sentir cómo se contraen los músculos. Me apretás contra vos, me ahogo, chupo; te levanto apenas de la cadera y mi lengua entra derecho, te coge. Respiro. Miro lo mojada que estás, me encanta, y después de observarte sigo hasta que me acabes en la boca y me llenes la lengua con tu flujo. Quiero sentirte acabar en la boca.

LaSofer: Voy. Te agarro la cabeza y te meto bien adentro, lo más posible. Sentís cómo se abren y cierran las paredes de mi concha llena de jugo…

Acabo fuerte. Te grito y te marco el culo.
Respiro.


¡Gracias! fue mi primer orgasmo virtual.


Claroscuro: un placer

Continuará

Esto en Gesell no pasa

El problema de cuando te vas a lugares místicos de vacaciones, es que corrés el riesgo de conocer a un tipo increíble con el que pasás una noche de cogida infernal, donde el intercambio de flujos domina la escena, pero él se enamora y vos querés pija. Dejame que te cuente.

¿Quién te ha visto y quién te ve? Una remera que debería ponerme después de cada sexo viajero. Si algo aprendió esta Coneja es a no enamorarse por la ruta.

Pero como LaConeja solterona que soy, los cogedores de viaje se enamoran y, por supuesto, termino presa en su voz o mensaje en el teléfono.

Así es como cada vez que vuelvo de viaje describo el pene nuevo para mi colección y engordo de palabras y números mi abultada "macho-agenda".

En esta oportunidad volví de Bolivia y "ElEnergizante" rompió el record de mensaje de texto cuando me llegó a mi casilla, un texto a las siete de la matina.

"Me desperté pensando en tu E-NER-GÍA, bonita, me encantaría verte cuando vuelva...que FLU-YA
Abrazo y de acá te mando BUENA VIBRA de la montaña".

Buena pija, boludón, es lo único que importa a la distancia -pensé.

Banqué hasta las diez de la mañana y llamé a LaFlaca. Su traducción fue la siguiente:

"Me desperté CA-LIEN-TE, al palo,...bonita. Me encantaría CO-GER-TE una y otra vez cuando esté por Buenos Aires.
¡Qué fluya la LECHE que tengo acumulada!
De acá te dedico una paja o Gran Lechada mirando la montaña. Ojalá que te vibre la concha.

Vamos, Pachamama, las cosas por su nombre.

Enamoradas...

de las vergas


LaPocha nos regaló el mejor día de San Valentín.


La pelota no dobla

Salir de vacaciones con LaConeja es un problema. Tiene dos hijos; cada uno de padre distinto. Ya es difícil lidiar con un ex, imaginen con dos: un quilombo.

Esta vez los planetas se alinearon y los dos tipos estuvieron de acuerdo en tener a sus respectivas descendencia en la misma quincena.

Decidimos destino: Bolivia.



Llegamos a La Paz y nos alojamos en un hostel de estilo vecindad ratona ...divino.

Después de varias caminatas citadinas nos dimos cuenta de que el tema de la altura no era algo menor. Subíamos esas interminables calles y sentíamos que el aire faltaba, que cada movimiento podía requerir de toda la energía disponible en nuestros cuerpos.

En uno de esos paseos LaConeja dijo algo que, sin intención, se transformó en una obsesión. -¡Lo que debe ser coger a 4000 metros de altura! Sin duda, te quedás sin aire y sin piernas. ¡Agotador!

Es ahí cuando desarrollé la teoría que, para coger en la altura y no cansarse, hay que olvidarse del juego previo: palito y a la bolsa. LaConeja, siempre haciéndome la contra, postuló que el jugueteo era la mejor manera de llegar al orgasmo en esas condiciones.

En el hostel todas las noches se armaba un fogón- sin fuego y sin playa- con muchos candidatos potables para mi experimento.

Harta de escuchar las quejas de los futboleros y excusas de los futbolistas: "¡Eh!, en la altura la pelota no dobla". ¿Y la pija?, me pregunté. No me iba a quedar sin averiguarlo.

Entré a la cancha (patio de la vecindad). Todos cantaban Sui Generis y un brasilero enfermo tocaba el pandeiro hasta en Canción para mi muerte. De inmediato lo vi a Micky, el hippón de sweater de llama y rastitas: ¡bombonazo!

Después de mirarnos sin parar, me acerqué y empezamos a hablar -no me acuerdo de qué.
Al rato estabamos totalmente trenzados en mi cuarto.

Para comprobar mi teoría tenía dos posibles jugadas: centro al área y gol, o bien apostar a los toques cortos para cansar al rival; triangular para luego cambiar de ritmo y tirar un centro pasado al lateral derecho y ahí, recordando las gloriosas épocas del Boca de Bianchi, un Guillermo Barros Schelotto desborda, tira un centro perfecto a Palermo y...

¡Gooooooooooool!

Opté por la segunda. Agarré su pija. La tocaba de forma intermitente con la lengua. Cuando la quise meter toda en mi boca...

Acabó.

Pero que hijo de puta ElRastita y qué pelotuda yo.

Y bueh, por contraste, mi teoría se comprobó señores: existe un país, Bolivia, donde no funciona el sexo oral para turistas.

Camino los Troncos



LaPocha o LaCaro (como prefieran) siempre interpreta nuestras experiencias. Nada mejor que sus dibujos para definir las vivencias de LaSofer en Mendoza.

Servicio Ejecutivo Coche Cama

Anoche llegué de Mendoza. El viaje fue concebido para estar sola, descansar y, por momentos, fusionarme con la naturaleza. Me atreví y abracé ciertos tipos de árboles con la idea de purificarme (?).

De todas maneras, creo que ningún antiséptico bucal combinado con el agua del río Mendoza, Tunuyán y Atuel podría limpiar esta boca chupetona.

Aunque parezca psicótica, como dice una amiga, es una técnica que insistió en que practicara un viejo amigo cogedor con el que estuve hace más de una década –creo.

El "Hombre Natura" baboseaba mi vagina y decía que era la única mujer capaz de transportar y entregarle un jugo similar a la de la savia. ¿Yo? ¡Qué ingenuo!, pensaba y me reía.

Me hablaba de un árbol cósmico, cuya savia simbolizaba el rocío celestial. Lo dejaba divagar porque me gustaba pensar que mi concha era inmaculada y proporcionaba la inmortalidad de no sé que otra pavada.

Cuando lo hablé en terapia con Roxana, se río y me dijo: "¿Pero gozabas en algún momento?".

El anticlímax se generaba cuando era mi turno de encarar su verga. El tipo se desenfrenaba y empezaba con su delirio naturalista: "Imaginate que estás lamiendo el tronco más energético del planeta", gritaba con el TRONCHO que repiqueteaba entre una pierna y la otra.

La tenía enorme. Hoy concluyo que no sabía qué hacer con ella por eso predicaba sobre la salvación de la naturaleza.

¡Un Jesucristo ecologista me quería coger! ¿A Dónde dejaste tu dignidad Sofer? ¿Dónde?



Después de esa gran frase naturista me convertí en una magistral representación pictórica; una patética reproducción de naturaleza muerta. La sequía dominaba la escena y el tronco abandonaba su dureza para convertirse en goma Eva.

El tipo como si nada. No conocía el pudor, menos el sentido de la ubicación. Estaba en pelotas, incrédula. Permanecí así un período extenso de tiempo -pese a que no es mi mejor plano- sollozando, avergonzada por la situación. Hombre Natura, como si estuviese en una manifestación, continuaba con su discurso ecologista enumerando los beneficios que el hombre tendría si comiese flores una vez por semana y abrazara un árbol una vez por mes. Me dormí. No le importó.

Cuando abrí los ojos al día siguiente, estaba ahí, sentado en una silla, mirándome. No pude asustarme. No tuve tiempo, inmediatamente comenzó con su teoría sobre "E-DU-CAR" a todo joven volantero que se hace uno mangos repartiendo papelitos con ofertas de polarizados, telos, venta de celulares y otras sinfín de promociones.

Horas hablándoles y llorando sobre esos papeles, explicándole que cada uno de ellos representa un árbol que muere en el mundo. "Sí, flaco, tengo que seguir laburando"–le contestaban con fastidio-. Todavía me pregunto qué respuesta esperaba de ellos.

No lo vi más pero incorporé su teoría de abrazos a la naturaleza; específicamente: árboles. Cuando veo uno que me gusta lo abrazo, lo estrujo, lo mimo y, si da, me manoseo un ratito. Nunca está de más calentarse y nada mejor si es natural, sano y saludable.

En Mendoza acaricié, sentí, hasta podría decirse que besé, un par de algarrobos. No sé si me energicé y me convertí en mejor persona. En cambio puedo decir que me ayudó a conocer muchos amigos.

Mis acciones no eran muy normales para la pasividad pueblerina del lugar. Así fue como conocí a Pablo: abrazando a un Tamarindo. Según me explicó días más tarde cuando recordamos la anécdota y le dije que lo que más me gustaba de Mendoza, además de los vinos, eran los algarrobos "por su masculinidad y fortaleza" –comenté sobrándolo-.

Pablo trató de ser cordial y reírse. Pero siempre que le hablaba levantaba las cejas y torcía, de manera casi imperceptible, el labio inferior hacia la izquierda. Para mí esa expresión era lo mismo que si dijera: "¡Esta loca de dónde salió!". Me gustaba observar su rasgo, y estoy segura de que cuando acababa también ponía la misma cara.

No lo pude comprobar porque todas las noches desde que lo conocí sólo hicimos extensos baños de luna. Nos miramos. Me montó y estuvimos rozándonos por horas y días.

Pablo tiene sus tiempos y se pierde en la acción. Lo lamía, hurgaba. Le acariciaba el culo, el pene y le susurraba picarona que si no me metía lo que escondía entre sus piernas, prefería la corteza del Tamarindo. Él sólo torcía el labio y levantaba las cejas.

Con esa expresión me despedí de Mendoza. Me subí al coche cama. Antes saludé a Pablo con un beso bien mojado, mientras lo apoyaba (imagen de mujer desesperada; lo sé).
Húmeda por la situación y angustiada por la calentura acumulada, sólo quería ver a una persona: Roxana, mi terapeuta.

El asiento doce –ventanilla- aguantaría mi enorme culo por dieciséis horas. Una cortina dividía una butaca de la otra. Estaba feliz con esa pequeña porción de tela que simbolizaba la privacidad eterna del viaje. Soy un poco solitaria y los regresos espantan aún más la poca sociabilidad que guardo.

Recliné el asiento doce y cerré la cortina. Saludé a Pablo que seguía paradito al lado del micro agitando la mano, golpeándose el pecho y señalándome. El amor revelado por mímica no es de mi agrado, pero qué le iba a decir a esa altura. Le contesté con una seña –también empleando mi mano- que para mí simboliza: "Dale, andá" o "Tu ruta".

Cerré las dos cortinas. Nadie sabrá que existo hasta Buenos Aires, pensé.

Instantes más tarde aprecié un perfume cautivador. Era como si el aroma me hubiese descubierto o elegido detrás del telón. Invadió mis sentidos. Escuché un "clac". Pensé: estuche de anteojos. Se prendió una luz.

Estaba intrigadísima por conocer quién sería el afortunado que tendría que soportar dieciséis horas de viaje mirando un cortina, porque la ventanilla era exclusividad de LaSofer (je).

Era un hombre. No pude distinguir su rostro por el contraste de luz y sombras que gobernaba el coche-cama. Alrededor de cuarenta años y con aire intelectual, me convencí. No me importó demasiado. Prefería guardar la incógnita y no revelar la identidad "The Man Behind the Curtain".

Mi movimiento corporal, ya que decidí que mi culo apuntara hacia mi compañero de cortina, interrumpió el silencio y preguntó: "¿Hay alguien allí?".
-Sí, apunto de dormirse –contesté-.
-Dulces sueños –dijo-. Podía existir alguien tan amable y sin rostro durmiendo conmingo -o sinmigo- en la butaca de al lado y yo pensando en el amor no concebido del mimo Peque Pablo que había dejado en la terminal mendocina.

Corregí la posición de mi culo; lo aplaste contra el asiento y atiné a extender la mano hacia el otro lado de la cortina. La respuesta inmediata fue un sobresalto. Oí el ruido de su libro cuando tocó el piso del micro. "The Man Behind the Curtain" no se movió. Apagó la luz y reclinó el asiento. Por fin puede manotearle su verga en estado de erección latente.

Se bajó el cierre para evitar cualquier accidente y le agarré la porongo de una manera bastante apasionada, la cual delataba mis últimos y pobres días de acción sexual. El tamaño había llegado a su máximo esplendor y toda la técnica mímica desarrollada con Pablo me ayudó para hacer la mejor paja de mi vida.

El también hizo lo suyo cuando su mano entró solícita por mi pantalón y llegó al clítoris con una vehemencia admirable. Acabé ni bien sentí sus dedos. ¡Sí, estaba ardiendo! Es bueno admitirlo diría Roxana.

Mi gran performance bajó uno puntos porque era una usina de orgasmos. "The Man Behind the Curtain" se le notaba en su poronga que lo excitaba mi calentura.

Después de esa manifestación de orgasmos le saqué la mano y le dije que se la oliera. Desprevenido le sostuve su verga con las dos manos. Implementé una nueva técnica masturbatoria y el tipo enloqueció.

-Acabame toda –le dije-.
Intentó correr la cortina y grité: -No, acabá en la cortina, dale que me vuelve loca.

Apuntó su desesperada poronga hacia mí, hacia el telón, digamos, y acabó. Fue como un manguerazo de semen. La cortina de ese coche cama cambiaría su textura y sería nuestra para siempre.

Nunca nos vimos. Cuando el micro llegó a la terminal me tapé la cara con el telón acartonado por su leche y esperé a que se fuera. Dejó su libro en el asiento.

Chupala

Durante varios años trabajé como promotora. Pero no era ese trabajo sacrificado, extenuante y criticado por ser rubia, mostrar el culo y andar fingiendo orgasmos a tipos de guita. Mi trabajo consistía en degustar. Promover el crecimiento de la poronga. Ese es el verdadero oficio de una promotora.

Mi obsesión por encontrar a "ElHombre" perfeccionó mis cualidades extraordinarias de catadora. Apenas minutos y un poco de tacto peneano y testicular, bastaban para determinar la cantidad de testosterona hombruna.

Me cogí a todos. Suponía que tenía un instinto súper desarrollado y que podía detectar machotes amorosos, sociables, gentiles, compañeros y, fundamentalmente, agradables para convivir. Sí, esos que cuando te hablan te hacen vibrar con su voz cavernosa y te encierran en su laberíntica mirada.


Me equivoqué. En todos mis olvidos y pérdidas –soy distraída- también extravié mi autoestima y confianza. Sé que están oxidadas entre mis cosas. No me canso de buscarlas. Quizás en uno de mis tantos descuidos las encuentre.

Retomo.

Durante aquella etapa de coneja enloquecida escrutando hombres que completaran la mitad de mi espacio, me tropecé, una noche en Ave Porco, con un machote de dos metros que según mi elogiado criterio decía ser "ElHombre".

Ave Porco era el lugar adolescente –y no tanto- en donde se desplegaba el Orgasmón. En uno de esos inacabables crepúsculos, hablando de mi obsesión con LaBúho, LaGuevara y LaFlaca me quedó de apodo “LaTesto” porque decían que mi Botox era la leche de las vergas.

-Parecés esas mujeres que en busca de la perfección saturan sus angustias y combaten sus arrugas aplicándose botox. Vos estás en la misma, Coneja, con la única diferencia que te aplican cuatro porongas por semana, dice LaGuevara.

-Sí, boluda, vas a perder la expresión de tu concha, agregó LaBúho.
Así terminé: cogiendo en escondrijos, fisuras, calles transpiradas de basura y en algún que otro caserón de Belgrano.

La noche que conocí al machote tatuado hablamos; o simplemente escuché. Creí que era zeziozo y antes de poder opinar me dijo: "Tengo un piercing en la lengua".

Es hueco. Lo certifica todos los agujeros que tiene: aro en la nariz, en la ceja, en el labio inferior, en la oreja, en la tetilla, en el ombligo, en la poronga y en la lengua –como dijo.

Salimos varias veces y cogimos unas tantas más. Era muy bizarro "ElHombre" pero me gustaban sus duplicidades. Un enorme pene completaba un cuerpo perforado y colmado de tatuajes de dos metros que tomaba leche chocolatada y se reía de las gansadas Mr. Beam.

La última vez que lo vi me estaba chupando la concha. Su desatino o inhabilidad para el sexo oral era tan grave que el tipo disfrazaba la realidad y creía ser el gran mamón vaginal.
-"¡Ja! No me digas que mi lengua con piercing no te vuelve loca. Ya venís, ya venis", me decía el boludazo.

-¿Cómo le digo que noooooo?, pensaba.
¿Cómo se le dice a un tipo que no te gusta como te la chupa?, pienso.

Empecé a hablar. Nunca tuve una verborragia tan incontrolable; me sentía Enrique Pinti. Él seguía creyendo que estaba a punto del orgasmo y chupaba, chupaba, chupaba.

Yo le hablaba del clima; de uno de sus tatuajes que parecía decolorado –dejó de absorber. Perforó mis ojos con su mirada y siguió lamiendo-; de que le había contado a mi vieja que estaba saliendo con el alguien pero que me daba un no sé qué presentárselo por los tatuajes, hasta me atreví a nombrar a mi ex. Él seguía estoico chupando y yo dándole charla a ver si aflojaba con tanta insistencia.

Miraba el techo. Me hacía la muertita. Ni bola.
No podía dejar el parloteo. Le hablé de mi psicóloga, le pregunté si quería acompañarme un día y charlar de lo nuestro.

¡Uh!, suspiré -Hoy tengo sesión y estoy llegando tarde, le dije mientras movía las caderas para un lado y para el otro con el fin de escaparme de su lengua perforada.

Levantó la cabeza, se pasó la mano por la boca con intención de limpiársela –su baba porque mi concha era un desierto- y me gritó: "¡Callate cotorra!"

Culo pa' arriba

Todos sabemos que las posiciones sexuales son tan diversas como hombres y mujeres con ganas de garchar.

Claro que éste es un tema muy frecuente en el Orgasmón y desarrollado de una manera tan minuciosa, que hasta utilizamos la teatralización de cada postura para asegurarnos el efecto posterior deseado.

Pero, a decir verdad, últimamente mis relaciones son monoposturales...
Siempre de espaldas. Y no es cosa de uno sólo, es sistemático. Cada tipo con el que me revuelco termina poniéndome culo para arriba.

Mi ex me decía que mi culito es apetitoso, tipo manzana, que es rico verlo moverse mientras es penetrado.

El chico E. esa noche repetía: "Chiquita, me gusta ver cómo mis pelotas golpean contra tus nalguitas".

P. me dijo una vez que se imaginaba que me hacía el culo así.
No sé, todo muy lindo pero...

Son todos putos, la puta que los parió!

De la cabeza

Tomábamos Malbec. En la casa de LaBuho siempre hay un chateaux vieux; su preferido. En cada orgasmón siempre hay un vino –Malbec- porque decidimos darle entidad de macho.

Es nuestra figura masculina que mejor combina con la mayoría de nosotras. Según LaBúho sólo un hombre acompaña el proceso madurativo de la vida de una mujer; y ese hombre no es otro que un vino Malbec.

Nos convenció de su teoría acerca de la “Gran Poronga del Malbec” en un orgasmón en la casa de LaFlaca en el que hablábamos de la decadencia de un hombre con testículos caídos y los clítoris que con el tiempo emulan un micropene (Prometo para otro orgasmón).

Es suave, cálido. Bendecido con sustancias naturales que lo hace agradable y dulce. Tiene un aroma frutado durante su juventud y evoluciona, sí, como escuchan: E-vo-lu-cio-na, con aromas a canela y vainilla. Es profundo y de gran cuerpo. Alguna objeción: ¿Acaso no lo creen perfecto para cualquier mujer?

Nos conmovió y después de saborearlo en repetidas oportunidades, nos convenció. A partir de ese momento el Malbec fue el único macho del orgasmón. Claro que LaFlaca buscaría la forma de convertirlo en Syrah, fiel a su estilo.

Con el "macho" en el vaso nos desparramamos por la casa de LaBúho. Puse unos temas de Aerosmith, entre ellos Crazy. Tengo una flaqueza sexual con el grupo: sensibiliza mi clítoris.

Para figurarlo, podría decirse que me transformo en una mujer de concha táctil. Parecida a esos teléfonos modernos sesibles al tacto. Lástima que todavía no encontré a un tipo que tenga la misma destreza para acariciarme la concha.


Con Aerosmith pierdo el eje. Me caliento y necesito tocarme. Las chicas me conocen y saben que es el prólogo que le doy al orgasmón. Un poco de clímax, bah.

Nos gusta reunirnos en el bosque con aroma a sándalo, como le decimos a la casa de LaBúho.

Su Malbec nos concentra y ajustamos la conversación en ellos y su verga de manera exclusiva. El sándalo ayuda, y aunque se hagan las boludas, Aerosmith también. Además, en el bosque se respira sexo, diría un amigo.

LaConeja tira el tema principal del orgasmón cuando dice que le gusta un tipo de rodete(?) que lo encuentra todas las mañanas en la parada de colectivo.

-¿Te calienta un hombre que usa rodete Coneja? ¿Cuándo perdiste el respeto por tu concha?, le digo mientras se la señalo.

-Hace rato. Vos no entendés que mi concha está a la moda. Tengo que probarlos todos. ¿Y si por algún rodete está perdido mi Conejo? Me gustan los hombres con rodetes. Me parecen elegantes y sensuales. Me hago cargo: ¿Quién Más?

-Dejate de joder con la moda -se indigna LaBúho. -Son los delicados de siempre que se le fue al carajo la identidad masculina. Tienen un estilo obsesivo y controlador. Son grandes simuladores que creen que nos van a vampirizar porque denudan su cuello.

-¡Lo único que chupamos son pijas! se altera LaSofer.

-Sí Sofer, no esperábamos otra cosa de vos. Brindemos, dice LaFlaca.

¡Brindamos! LaBúho continúa con su discurso reprobador.

-Enmascaran fallas de su “cabeza” principal adornando su cabeza secundaria con un rodete: ¿Eso te parece un hombre, Coneja? Prefiero cogerme a Eva Perón.

-¡Carajo! Alta convicción, grita LaSofer. Te banco amiga, aunque sabés que me acostaría igual con un tipo con rodete. De última, pensalo, se lo saco con disimulo mientras lo cabalgo.

-No, boluda –dice LaBúho -los de rodete te cortan la mano. Entonces ahí te estarías cogiendo a Perón…¡Puajjj! Aunque para vos Sofer las exigencias no son un problema.

Bajé la música porque la charla había emulsionado. Nos reímos mucho con el cierre de LaBúho que se levantó y fue a hasta la biblioteca mientras encendía otro sahumerio. Enseguida LaFlaca aportó su teoría

-Los de rodetes son trabajadores bucales. Como garchan mal, necesitan que la boca les haga el aguante. Me los imagino perfeccionando su técnica frente a un espejo y una bolita. ¡PATÉTICO! Ahora entiendo por qué nunca se acostumbran a la humedad de nuestro hábitat.

-LaBúho sigue dando vueltas entre la biblioteca y nuestras copas de vino.

Cuando LaFlaca termina con su teoría me acuerdo de que LaCaro nos contó que su novio es "rápidito para eyacular".

Gracias a ese recuerdo razono mi teoría acerca de los deportistas, el rodete y la ansiedad orgásmica. Todo cierra cuando una vez en casa de LaCaro, ví que W se iba a jugar al fútbol con sus amigos y el "rapidito" –apodo del kía- no va que se peina con el clásico rodete…

-Planté mi teoría. Chicas, ¿se acuerdan de que LaCaro nos comentó que su novio es eyaculador precoz?

-No, Guevara, dijo que es "rapidito para acabar", interrumpió LaSofer.

-Sí, eyaculardor precoz. O sea, olvidate de acabar Sofer. Pero vos dale, tranquila, seguí probando. Avisame cuando acabás. Eso sí, olvidate de que el rapidito te avise.

-Lo que quería decirles es que si observamos un poco al varón que nos reodea, podemos ver que el rodete es un boom en el mundo del deporte.

Primero empezó Gaudio y ahora lo siguen los machos del balompié. Lo más preocupante de todo es que su población es significativa y plagiada por varias generaciones: ¿Acaso la idea es exterminar al orgasmo femenino?

¿Dónde están los hombres que hacen palpitar nuestro clítoris? Esos que nos hacen desvanecernos frente a un orgasmo.

-¡Qué extremista que sos Guevara! Primero comete a un rodetman y después contamos, me dice LaFlaca.

-Ni en pedo. Puedo cogerme hombres con penes de distintos tamaños, formas y colores; pero con rodete nunca.

Termino de hablar y aparece LaBúho con un diccionario.

-Ves Coneja, te lo dije, según la RAE el rodete es una rosca que con las trenzas del pelo se hacen las MU-JE-RES para tenerlo recogido y para adorno de la cabeza.

Entonces que se dejen de joder con el rodete y se preocupen más en retener su esperma. Digámosle a LaCaro que le inyecte a W un poco de clonazepam en la verga. ¡A ver si goza un poco esa chica!

-Después de esas palabras no nos quedó otra que brindar.

¡Brindamos!


Garganta profunda

Soy judía cultural. Es decir que mi conexión con el judaísmo pasa por la herencia del arte, la música, la literatura, las celebraciones y no por la creencia religiosa.

Lo mejor que me dio el judaísmo, además de la comida y el eficaz manejo de la culpa, es el rótulo de excelente chupadora de verga.

Creo que el importante papel que juega la tradición oral en dicha práctica religiosa influyó en la construcción de esta teoría.

Más allá de esta presunción, que es tema recurrente en cada orgasmón, la fábula se sotiene -gracias a ella cojo- por la necesidad que tiene el hombre goy de autoconvencerse de que existen mujeres que la chupan porque les gusta y que encima lo hacen bien.

"No hay nada más excitante que saborear la cabeza de una poronga circuncidada. Me pierden las descabezadas"; es palabra de LaBúho. Cuando podemos, la albamos.

Dentro del grupo soy la que siempre termina catando pijas. Lo primero que me dicen es: "Chupala"; y la chupo. Es un acto reflejo. Sin embargo, no voy al frente como LaGuevara, ni me levanto un tipo en cada esquina como LaFlaca; menos soy multiorgásmica como LaBúho y no busco al príncipe azul como LaConeja. Sólo reclamo que me quieran coger más allá de la mamada.

¡Cuándo será el día que goce! Soy una melancólica orgásmica. Todas se ríen de mis angustias sexuales. Siempre me dicen: "Sofer dejá de llorar si tenés un tipo metido en tu cama una vez por semana".


¿Y? ¿Cuántas veces acabo? ¿Acaso les importa? No, claro que no. Si ellas saben de mi tormento; hasta me apodaron la luchadora libre de orgasmos. Es que los hombres con lo que estuve son de esos que no se excitan con la satisfacción femenina. En el orgasmón lo llamamos los "rancios del sexo".

Me piden que se las chupe. De inmediato enloquecen y agregan "A vos sí que te gusta". Mientras tanto, tengo que jugar un ratito con los dientes para que no acaben. Finalmente me la meten y no preguntan si llego, liquidan el asunto con su maliciosa y temprana eyaculación. Sí, entérense muchachos de LaSofer, si acabé con alguno fue porque aguantaron la lechada más de veinte minutos.

Todo este malestar lo llevé a terapia. En la útima sesión le comentaba a Roxana, mi analista, la frustracción que me genera el título de gran chupadora judía. El judaísmo mata, le digo. Es un asesino vaginal.

Roxana se ríe. Es otra de las que se divierte con mis tormentos.

La sesión, particularmente, no me ayudó como imaginaba cuando me senté en el sillón kitsch de Roxana, también judía y buena chupadora. Es que descubrí que mis inconvenientes sexuales surgieron cuando tenía quince años y estaba de novia con un goy. Pero no era un goy cualquiera: ¡era un goy del Opus Dei!

Por aquellos años era –sigo siendo- una tiernita. No sabía nada acerca de que todos los hombres "Opus" son llamados a ser santos(?) Así que estuve cuatro años, hasta los diecinueve, esperando a que el maldito Santo se dignara a romperme la concha. Mientras tanto nos calentábamos tocándonos. Me dejaba ardiendo el boludón. Y ustedes, mujeres, entienden perfecto qué quiero decirles. Saben que llega un momento cuando te masturbás que pedimos a gritos una buena y carnosa verga.

¡Cuatro años! ¿Cómo una mujer soporta cuatro años de manoseos y comprensión? ¿Cuál fue el momento en el que me despité del judaísmo y me entegué al proselitismo asexuado de Juanchi?

Ay, Juancito! Para la familia Juanchi. Para mí el hombre "Santo" del Opus, que sólo me tocaba porque quería llegar virgen al matrimonio. Manejaba la culpa mejor que yo. Creo que desde ahí nos conectábamos.

Cansada, un día después de tocarle la pija dura, caliente y rellena de juguito, se la agarré, me senté encima de él e intenté que me penetrara. Fue al pedo. Al muy hijo de puta se le bajó.

Lo peor de todo es que después de tocarme la concha se iba a confesar y me mandaba a confesarme a mí. Recuerdo que decía que la confesión es "un medio básico para avanzar en el proceso de identificación con Cristo".

¿Qué Cristo? Mi Cristo es tu pija, le decía y me iba, no sin antes saludar a sus diez hermanos. Creo que nunca supo que los judíos no nos confesamos.

La sesión sirvió para darme cuenta de que ése fue el punto de partida de mi gran trayectoria como chupadora. Además de que odio las plantas, porque en una cena con la famila Opus me preguntaron si me gustaban las plantas. Muy nerviosa contesté que no, y el padre me indicó que eso no era de buena cristiana.

Pero si soy judía y chupadora, ¡Válgame Dios!

Tortilla de Coneja

Tengo una fantasía recurrente: enfiastarme con otra mina.

Si bien no se lo conté a ninguna de las chicas y menos me expuse en un orgasmón, el otro día se me dio por tirarle el tema a LaBúho. En realidad fue ella la que sacó el tema preguntándome si no me interesaba acostarme con un amigo y ella.

Le pregunté si lo conocía y le confesé que siempre me toque imaginándome cómo sería una noche de sexo entre amigas, chupándole la pija entre las dos a cualquier muchachito dispuesto a inundarnos de leche en partes iguales.

Soy muy vergonzosa al momento de contar estas cosas. Si bien me fascina hacerlas, cuando hablo es como que le pido permiso a mi consciencia machista y timorata para decir y mostrar que soy tan putita como LaGuevara.

La mayoría de las mujeres fantaseamos con tener sexo grupal, y si hay una mina atravesada en cualquier orgasmo femenino, mejor. Casi todas nuestra amigas, confirman nuestra teoría de grupo que dice que nada mejor que una mujer para chupar un concha.

Algo similar debe ocurrir con lo hombres. Olvidate de que lo digan, dice LaBúho, si a la mayoría le metés un dedito en el culo y se sienten putos. Y no sé qué es peor: si aguantarnos su creencia miedosa o tener que contenerlos y convencerlos de que en realidad no son putos si gozan con un dedo (o con lo que sea)


Una de las fantasías más comunes en el ámbito femenino es tocar, manosear, apretar y chupar la concha de una amiga que te guste. No se la chupás a una mujer por la anécdota; te tiene que cautivar –como cuando te gusta un tipo- una hembra para acostare con ella.

Toda esta calentura pertenece al terreno de lo que mi imaginación me permite. Además todavía no conocí a esa mujer que me estremeciera; que me mojara (literal. Las mujeres calentonas nos mojamos con un abundante y denso flujo).

Sin embargo, le contaba a LaBúho, una detallista insufrible, que el otro día creí ver a la mujer de mis pensamientos.

-¿No me jodas que te querés comer a la mamá de un alumno tuyo?, me pregunta LaBuho.

-A veces son un poco molestas tus percepciones Búho, pero como casi siempre tenés razón. La vi en la multitud de un acto escolar. Siempre con su gorrita y su escalandalosa juventud. Es increíblemente masculina. Una seductora inconsciente. Linda, guerrera.

Mi vagina también la sintió y comenzó con sus latidos típicos provocados por la excitación. El clítoris engorda, lo percibo. Arde. Chorreo tanta calentura que mojo toda la bombacha. Me la imagino con su lengua trabajadora, de mamá multifacética y emprendedora. Sin embargo, al momento de acabar, se convierte en una nena indefensa, quejosa, al punto de la lágrima.

Pero sólo encontré su mirada. Todavía soy muy torpe para trasmitirle mi deseo de tocarla y que me toque. De todas maneras, el aire en esos momentos es cien por ciento femenino. Se huele el deseo de ambas; aunque ella baje la mirada.

Hasta hoy que te lo estoy contando, no la vi más. Igual me masturbé varias veces pensando en su boca. Hasta practiqué cómo se la chuparía mientras me bañaba.

LaBúho me dijo que en la búsqueda obsesiva que tengo por encontrar a mi conejo azul, quizás aparezca un macho que, de vez en cuando, me ofrezca una buena vagina.

¿Existirá un macho con concha?


Me cabe el poliamor y el aroma a sahumerio

No puedo hacerme más la giluna. Mi resistencia es inútil: se desparraman mis ojos...



Cuando veo un/una hippie andando en bicicleta por la ciudad me caliento. Es en ese preciso instante en que dejo de ver todo lo otro que existe.

Víctimas del Orgasmón

El tamaño del pene es un tema de constante denuncia femenina. Es importante la comprensión, pero todo tiene un límite. Por eso creemos que la verdad está escrita en tu pija...

¿Querés saber qué descubrimos?


-Diego: 31 años. Contextura delgada y sumamente pequeña. Acaba rápido.

-Juan Antonio: 36 años. Gorda y cabezona. Especial para culminar un día de fiesta.

-Tavo: 26 años. Grande. Presenta un extraño efecto banana.

-Esteban: 37 años. Tiene swing. Dura y mojada. Se va para arriba.

-Martín: 24 años. Buen contenido. Redonda, uniforme y extremadamente limpia.

-Juan Pablo: 22 años. Contextura gruesa. Sanita. Ideal para montar (cabalgar) a pelo.

-Luis: 32 años. Neguinho (moreno). Se dificulta su descripción. Se siente, eso es seguro.

-Hernán: 39 años. Un clásico de 180 mm de largo, 52 mm de ancho nominal y entre 0,06 mm de grosor.

-Daniel: 28 años. Pirulín. Sensible al tacto lingual. Remolona. Da trabajo.

-Leandro: 23 años. Se va rápido. Similar a un pez globo.

-Ernesto: 35 años. Resistente y atlética. Inclinación zurda. Solidez. Orgasmo vaginal garantizado.

Si no te encontrás, que no se te baje, faltan muchos más!

Grande pero “chiquita”

De la fiesta me fui para la casa de E. Lo que quedaba de esa noche era la bruma de su enorme pija. Sólo recuerdo que cuando se desnudó, pensé: “El ojo de LaBuho viene mejorando”.

Hace unos días me enteré de que E. pidió mi teléfono. Ayer torturé a LaBuho para que me ayudara a reconstruir algo de aquella noche. Estaba inquieta porque no entendía qué es lo que me hacía dudar de aquel hombre, si todas las imágenes que guardo son de su gran pene descabezado.


LaBuho me preguntó si por algún lado de mi cuerpo encontraba moretones. Y qué esperabas Buho, le contesté.

Me puso de espaldas y me mordió como hacen todos; o quizás lo hacen porque se los pido. No sé, tampoco me importa. Creo que la obviedad en los gustos es una virtud y mi rutina fetichista me ayuda a recuperar encuentros sexuales que las noches de alcohol se ocupan en esconder.

E. no era la excepción, y cuando le pedía que lo hiciera, que me mordiera fuerte y salvaje la parte de adentro del culo se encizañó y lo hizo como nadie. Al mismo tiempo en que se convertía en el Hulk del sexo, su voz de súperhéroe calentón le jugó una mala pasada.

Toda su rutina sexual se combinaba con un “chiquita” que, sin ánimo de ofender, seca hasta la vagina más substanciosa.

-Búho podés creer que me decía: “Chiquita vení, chiquita date vuelta, chiquita me gusta el olor que tiene tu concha”.

¡Chiquita! A qué hombre con tremendo miembro entre sus piernas se le ocurre decir chiquita.

Creo que es eso, Búho, estoy alborotada porque definitivamente los hombres barrocos no son para mí. Si sólo soy una mujer sencilla que busca el eje entre la boca y la pija de un hombre.

Pajota Colectiva

En el orgasmón de la semana pasada, entre las seis conversaciones que hablamos en simultáneo, la que se la bancó por novedosa fue la paja femenina en grupo.

La primera que saltó fue LaGuevara que dijo que a los diecisiete estaba con dos amigas y, lo que empezó siendo un juego de nenas calientes y pajeras provocándose para ver quién saltaba, terminó siendo un descontrol de conchas adolescentes buscando el orgasmo de la victoria.

Se triangulaba una conversación que se matenía estoica entre LaConeja, LaFlaca y LaCaro. Sin embargo, la historia carnosa de LaGuevara silenció definitivamente al otro parloteo.


“Tirábamos frases tales como: `Sí, yo me toco todos los días y vos’. `Dejate de joder, nena. Si te das cuenta que tenés argolla cuando vas a mear’”.

Esas dos oraciones bastaron para que nos centramos en el relato de LaGuevara, que muy entusiasmada con su recuerdo, se levanta, se acaricia la vagina y nos dice: “¿Quieren ver cómo me toco?”

En realidad fue lo que le dijo a sus amigas.

De inmediato la interrumpo con una de mis reflexiones imposibles de sosegar. Y pensar que algunos hombres están convencidos de que las mujeres no se pajean; mirá la pajota colectiva que se mandó la calentona Guevara.

A ver, ¿cuántas minas conocen que no se tocan? Yo le creo sólo a esa que asegura que si se tocó, lo hizo sólo una o dos veces. No sé porqué es a la única que considero que no miente. Quizás porque es una reprimida y no tiene pudor en evidenciarse como una histérica del sexo.

Mi pregunta no prosperó y LaGuevara continúo contando su aventura. No se puso en bolas pero fue muy explícita: Me levanté la pollera escocesa del colegio y comencé a tocarme con la bombacha.

Mis amigas no podían creerlo. Se reían nerviosas; les gustaba. Veía como sus ojos se agrandaban igual que mi clítoris. Nos desnudamos.

-¿Se sacaron todo?, preguntó LaConeja.
-No, la parte de abajo. Yo me saqué la bombacha, una se la bajó y la otra sólo la corrió. Primero nos entretuvimos mirándonos las conchas peludas que teníamos por aquella época.

-Che, ¿ustedes se la depilan toda o se dejan esa tirita que simula el bigote hitleriano?, interrumpió LaCaro.

-¡Pará nena! Ese tema lo dejamos para otro orgasmón. Dale seguí, dijo LaFlaca.

- Bueno, era una pajota interruptus porque competíamos para ver quién se la tocaba más rápido, quién se animaba a meterse los dedos o quién acababa más veces.

En eso se calla. Silencio y miradas…

Al rato salta LaGuevara agarrándose la concha y grita: “¡Qué torpes que éramos!”

(Risas)

-Vos te perfeccionaste de lo lindo, nena. Tus amiguitas quizás se sigan buscando el clítoris, le digo.

Fue inevitable que la anécdota se interrumpiera entre la risa y la mímica de LaGuevara masturbándose como lo hacía a los diecisiete. Inmediatamente otro tema quiere centrarse. Creo que era si los hombres saben cómo agarrar el clítoris con los dientes, pero a LaGuevara no se la interrumpe y antes de continuar tira: ¡Qué jodida sos, Búho! Cómo si vos fueras la experta en pajotas.

-¿Querés ver?, le tiro.

-Basta, busconas, quiero saber cómo termina la microorgía masturbatoria, dice LaCaro: ¿Acabaron?

-Yo sí. Ni les cuento el esfuerzo que hice –creo que sólo fue porque tenía diecisiete años-para contener mis surtidas emociones, porque cuando acabo pierdo la cabeza y en ese momento me hubiera tirado encima de alguna. Casi le manoteo la concha pero tuve miedo de asustarla e impresionarme.

Al unísono, LaCaro y LaFlaca atragantadas por una gran risotada: “¡Qué putita sos Guevara!”

-Demasiado. Pero déjenme seguir. Nunca supe si mis amigas acabaron o prefirieron el orgamos simulado. ¡Qué trolas que somos! ¡Qué bien fingimos!, ¡qué lo parió!

-Bueh, paremos con los elogios a nuestras simulaciones orgásmicas que los tipos también nos fingen a nosotras, aclara LaFlaca. Enseguida salto: “Si un tipo simula un orgasmo, dalo por muerto”. Como no tenía ganas de explicar una de mis teorías, tiro la piedra y preparo la mano: “Che, y si hacemos una pajota colectiva en el orgasmón?”

(Silencio)

Nos miramos. Mi concha y yo sabíamos que alguna vez iba a suceder.

Finalmente, continúa LaGuevara, acordamos -boludeces de pendejas- que esa noche no íbamos a bañarnos y que tampoco nos lavaríamos las manos para ir al colegio así, inundadas con ese olor espeso a niña ardiente que quiere ser penetrada. Desde ese día nos llamamos Zorrinas y, de vez en cuando, nos juntábamos a manosearnos un ratito.

Chupar o no chupar, ¿de quién es la cuestión?

No me cuestiono más si tengo que chuparla o no en la primera cita. La chupo porque me gusta y vivo sin culpa.

Pezones insurgentes

Las mujeres de tetas pequeñas son obsesivas y exigentes. Los hombres sexuales son obvios y rutinarios.

Lo cierto es que poco me importa el tamaño de mis tetas, pero sí me afecta la posibilidad de que no le den una buena lamida. Tengo una teoría que maquiné con LaConeja: Si estás arriba seguramente el tipo sólo te chupe la teta derecha.

Por tal motivo, hay que prestar atención a las posturas antes de que te la metan si querés que te den una buena chupada de mamas. Porque encima de que ya son criticables por pequeñas, definitivamente quedarán en desuso por deformes.

A LaConeja se le ocurrió que trate de encamarme con hombres mamones: “Que les guste chupar un buen rato un par de tetas de hembra multiorgásmica”, me dijo.

En mi cama se coge, se educa y se acaba

Uno de los tantos encuentros sexuales que tuve con el chico domingo* cometí un terrible e innecesario error que, seguramente, me harán pagar con creces en algún orgasmón.

Venía caliente, arrastrando un olor a hembra en celo que revolucionaba algunos pensamientos que creía domados.

Llegó chico domingo y se sorprendió cuando entró a casa y vio que lo esperaba desnuda en el patio. Me agarró del culo, me tiró en la cama y me cogió dos veces. El maldito celo de coneja hizo que le susurrara: “¿Te quedás a dormir?”.

No esperé que me contestara y fui directo a chuparle la verga. No se resistió y su pija dura e inundada con el olor típico a sexo de coneja fue la respuesta a mi pregunta.

Cuando se durmió ví todo su cuerpo invadiendo el poco espacio que me queda, por coneja garchadora que busca su “conejo azul” y que sólo tiene un crío con cada una de sus parejas. Finalmente se durmieron mis tormentos y decidí acompañarlos.

No fue larga la noche. A las ocho de la mañana me desperté porque sentí un extraño olor a hombre que me cercaba. Lo ví. ¡Qué locura!, pensé.

Mientras tomaba un té y el día me hostigaba con su presencia, se despertó. No le di tiempo a una sonrisa cómplice ni a un abrazo. Sólo dije: “Me encantás pero no te quedes nunca más a dormir”.

*Un pene que tiene día

Llamado de Emergencia

Las transiciones no son para mí. Las chicas saben como controlar mis espontáneas mutaciones de cara de mujer con pene y cara de te hace falta uno. Sin embargo siempre hay una amiga que te dice la palabra justa:

LaCaro: Flaca, tengo un amigo para presentarte

-¿Quién es?

LaCaro: Un varoncito amigo de mí chico

-¿Un hombre? ¿Cuántos años? (siempre hago “la gran Julio Boca”* cuando quiero hacerme la boluda ante algo que me pone nerviosa)

La Caro: Veinticinco

- Epa, mami, ¿no es muy chico?

LaCaro: Nena vos tenés que pasar de estado soledad a estado soy preciosa y me como un bebé.

* Fue denominado de esta manera en honor al señor Julio Bocca que cuando fue entrevistado a solas por Lanata y este le pregunta si era homosexual, él se hizo el boludo y respondió: “¿Quién? ¿Yo?”.

Rescatando al orgasmo de las manos masculinas

Tenemos una particularidad con LaConeja, siempre que nos juntamos a hablar, la charla deriva, inexorablemente, en sexo.

En esta oportunidad discutíamos la mejor manera de tocarnos y de que nos toquen.

Ella decía que prefiere que le apoyen la palma de la mano bien fuerte -me aclara encendida- sobre el clítoris y que esta comience con un pequeño vaivén. Una vez que siente inflamado su clítoris, caliente y toda su concha untada con su jugo, le gusta que apenas le introduzcan la yema del dedo índice en su gran orificio. Es de argolla grande LaConeja.

-Mmm ¿Te parece? ¿Probaste con la técnica Palma-Dedo?

-¡Cómo te gusta rotular Guevara!, me dice LaConeja

-Es genial; probala. La PD (Palma-Dedo) es ideal cuando estás falta de poronga. Mirá, es así; presta atención porque después serás vos la encargada de instruir al varón en cuestión. Pensalo Coneja, si lo educás bien vas a evitar que esté cinco minutos metiéndote el dedo, presumiendo que estás desbordada de placer por las puteadas que decís, pero que sabemos que no hacen más que esconder que los hombres consideran a sus dedos una extensión desu pene.

La Palma-Dedo sería algo así: Colocás el borde de la palma de la mano en la parte superior de concha. Para ser más gráfica, la opuesta al orificio anal. Abrís un poquito los labios y dejás caer la totalidad de la mano. Una vez que los dedos rozan la abertura de la concha, entonces ahí te metés dos dedos: el anular y el denominado corazón, más conocido como el de fuck you. Por otra parte, el meñique y el pulgar serán los custodios de los labios inferiores. ¿Te imaginás como sería?

Esta pose masturbatoria que adopta la mano la denominé: “Los cuernos de concha”.
Una vez que encontraste la posición, entonces sí podrás ir en busca de tu eyaculación dándole como loca al punto G. Pero como te decía, Coneja, con esta técnica alcanzarás la “Gran Acabada”* porque además, podés sumarle la excitación clitorial con la palma de la mano. Si querés, antes de irme, te muestro como sería.

-Muy ingeniosa Guevara. Hoy te dedico uno.

-Eso sí, acordate Coneja el lema del grupete: “Siempre es mejor experimentar con nuestro cuerpo o con el de otras, y después educarlos”. De todas maneras, lo que realmente me intriga es saber qué piensan los hombres cuando tienen los dedos en la argolla.

Dicen los que saben, que los dedos son la fuente principal de información táctil sobre el contexto, que en este caso sería la concha, sin embargo los dedos de varios tipos parecen callos y son analfabetos sensoriales.

El otro día debatíamos esto con LaCaro y LaFlaca y acordamos, increíblemente, en que se produce una desconexión táctil entre los dedos del hombre con los diferentes tipos de vagina, puesto que la información la traducen en forma incorrecta y sus dedos creen estar invadiendo tierra inexplorada.

Pero bueh, qué se le va a hacer Coneja, nosostras creemos que todavía se puede; que existen, pero que son menudas las posibilidades de encontrar un buen “Tocador Vaginal” –podría ser el nombre de un cuadro de Dalí-.

Ellos saben que a todas no nos gusta lo mismo, pero prefieren hacerse los boludos. Son evasores del sentido común. Si la fórmula vaginal es la más lógica de todas: Cambian las mujeres, cambian las conchas.

*Orgasmo vaginal y clotoriano

Sos un Cunni

Así denominamos a un gran chupador de concha.

Desvirgar es otra cosa

Una de las reglas del orgasmón es que cada una de nosostras debe confesar alguna rareza referida, por lo general, al sexo masculino. También incluye preferencias sexuales, perversiones y situaciones límites o vergonzosas.

LaFlaca confesó: Cuando cogimos por primera vez con mi novio no me entraba (Consejo: si te la van a dar por primera vez, que el desvirgador no sea un amigo sexual virgen). Él inistía; le daba duro. Trataba de meterla como sea.

Ya no importaba la entidad de cuidado y amor que una le otorga al momento en que te desvirgan. La dulzura de la primera vez había quedado guardada en el forro que pinchó, después de varios intentos deslucidos. Mirándolo desde acá creo que mi “pupurra” –así llama LaFlaca a la concha-, había formado una trama invisible con todos mis prejuicios de beata. Miren si la viera ahora, mi conchita se la succiona entera.

Estaba muy cerrada. Parecía sellada la conchuda. De golpe escucho un: “Ahí va”, y siento un pequeño dolor. Él seguía intentando, dándole fuerte. Parecía un martillero de conchas. Yo estaba en otra, mirando el póster de Los Beatles que tenía pegado en una de sus paredes, preguntándome si Lennon cogería igual.

En eso advierto que ¡POR FIN! la saca y se sienta en la cama. Trato de sentarme pero no puedo. Prefiero quedarme parada. Nos miramos. En silencia analizamos el "ahí va" y el "pequeño dolor". No hablamos de lo que pasó. Hasta el día de hoy no sé, y creo que él tampoco, como su poronga entró con tanta facilidad por mi culo.